Pájaros de América fue elegido Libro del Año de 1998 por The New York Times, seleccionado entre los mejores del año por Los Angeles Times y Publishers Weekly, finalista del National Book Critics Circle Award, y permaneció varias semanas en la lista de libros más vendidos; autores de la talla de Julian Barnes lo eligieron como uno de los mejores libros del año, y la revista Entertainment Weekly lo ha seleccionado como uno de los 50 mejores libros de los últimos 25 años. Lorrie Moore ha sido galardonada con el Irish Times International Prize for Literature, el O. Henry Award, el PEN/Malamud Award y el Rea Award for the Short Story, y la Lannan Foundation le ha concedido una beca. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters. Actualmente es profesora en la Universidad de Wisconsin, Madison.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Al pie de la escalera, Lorrie Moore
Pájaros de América fue elegido Libro del Año de 1998 por The New York Times, seleccionado entre los mejores del año por Los Angeles Times y Publishers Weekly, finalista del National Book Critics Circle Award, y permaneció varias semanas en la lista de libros más vendidos; autores de la talla de Julian Barnes lo eligieron como uno de los mejores libros del año, y la revista Entertainment Weekly lo ha seleccionado como uno de los 50 mejores libros de los últimos 25 años. Lorrie Moore ha sido galardonada con el Irish Times International Prize for Literature, el O. Henry Award, el PEN/Malamud Award y el Rea Award for the Short Story, y la Lannan Foundation le ha concedido una beca. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters. Actualmente es profesora en la Universidad de Wisconsin, Madison.
martes, 27 de octubre de 2009
"El cielo es azul, la tierra blanca" de Hiromi Kawakami
"Las vidas privadas de Pippa lee" Rebecca Miller
Tras una complicada infancia, y una adolescencia y una juventud más que turbulentas, Pippa se construyó una placentera vida junto a su marido, un rico editor, mucho mayor que ella. Llevan años casados, tienen dos hijos, y Herb ya ha cumplido ochenta años. Y, aunque mantiene su vitalidad, ha decidido vender sus propiedades y repartir el dinero entre su mujer y sus hijos, para evitarles incomodidades e impuestos cuando él muera. Después, Pippa y Herb se retiran a una refinada urbanización para la tercera edad, donde parecen adaptarse bien, pero lo que antes era una gran casa, y una intensa vida social, ahora es poco más que una parodia, y Pippa empieza a sufrir ataques de sonambulismo, come demasiado, fuma y bebe. Entonces comienza a pensar en quién es, y a recordar lo que fue –objeto de los deseos de su madre, amante de la amante de su tía lesbiana–, y ante el lector se despliega el abanico de las vidas privadas de Pippa. Una excelente novela llevada al cine por la propia autora. «Al parecer, las elegantes y entregadas esposas de mediana edad no son tan transparentes como parecen» (Lucy Atkins, The Guardian).
Escritora, pintora y cineasta, la hija del dramaturgo estadounidense y de la fotógrafa Inge Morath vuelve a la literatura con Las vidas privadas de Pippa Lee. El libro coincide con su adaptación al cine y la edición de los últimos relatos de su padre.
La reivindicación de la propia identidad empapa la primera novela de Rebecca Miller, Las vidas privadas de Pippa Lee, conmovedora historia de una mujer marcada por los lazos familiares que acaba refugiándose a la sombra de un marido brillante. Que la creadora de ese personaje diluido entre fuertes personalidades sea la hija del inmenso dramaturgo Arthur Miller, casada además con el doblemente oscarizado actor Daniel Day-Lewis, quizá invite a establecer incómodos paralelismos que ella intenta conjurar con su trabajo. Pintora, actriz, autora de relatos cortos, guionista y cineasta, su perfil resulta todavía poco conocido para el gran público, pero con Las vidas privadas de Pippa Lee, confirma el desembarco en la literatura de una voz tan sensible como original.
La crítica anglosajona ha brindado una cálida acogida al retrato agridulce de esa protagonista dividida contra ella misma, "el icono de la esposa del artista", inteligente, atractiva y sobre todo entregada, cuyo verdadero yo lucha por emerger desde el acomodado universo de su matrimonio. Pippa tiene 50 años cuando accede a retirarse junto a su marido, un legendario editor que le lleva tres décadas, a una de esas disneylandias para jubilados americanos apodada irónicamente Wrinkle Village (la ciudad de las arrugas). La descripción del exquisito círculo que la pareja acaba de dejar atrás, la comunidad artística y literaria neoyorquina, nos retrotrae a la experiencia de la propia autora en un hogar bohemio y creativo, frecuentado por la crema de la intelectualidad de la época. Brillantes personajes que arropaban a sus progenitores, Arthur Miller y la fotógrafa austriaca Inge Morath, poblaron su niñez y adolescencia, "aunque entonces yo no era consciente de ello".
Rebecca Miller vino al mundo en septiembre de 1962, un mes después de la muerte de Marylin Monroe, que fuera la segunda esposa de su padre. El dramaturgo todavía estaba casado con la frágil estrella cuando conoció a Morath durante el rodaje de Vidas rebeldes (1961), la última película que protagonizara Monroe. Ambos se divorciaban en vísperas del estreno, y al año y medio Miller anunciaba su matrimonio con la fotógrafa de la agencia Magnum, su compañera de las siguientes cuatro décadas. Los primeros seis años de la infancia de Rebecca tuvieron como inusual domicilio la suite 614 del hotel Chelsea, mítico establecimiento de Manhattan que ha contado entre sus inquilinos con Norman Mailer, Lou Reed y Bob Dylan. Un lugar que, en palabras de Arthur Miller, "no tenía aspiradoras, ni reglas, ni gusto, ni vergüenza: era una fiesta de nunca acabar".
En la madurez de sus progenitores (el escritor tenía casi 47 años cuando nació Rebecca) la familia se trasladaba a una granja de Connecticut, donde la hija desarrolló una temprana vocación por las artes en la que siempre se sintió apoyada por su entorno: "Una de las mejores cosas que aprendí de los míos es el lema de levantarse cada mañana y volcarte en tu trabajo, el estar siempre automotivada". Asegura que no le intimidaba mostrar a Arthur Miller sus primeros escritos de juventud, en busca "del juicio y apoyo de mi padre", y no del gran autor de piezas clásicas como La muerte de un viajante o Panorama desde el puente. No se atrevió, sin embargo, a exponer su trabajo al escrutinio del público hasta varios años después, cuando ya estaba casada y había formado una familia. Inquirida sobre esa vacilación, acaba admitiendo como "una de las razones" el temor de entonces a las comparaciones con la figura de su padre. "Me lancé cuando había vivido más, me sentía madura y había encontrado mi propia identidad", esgrime.
Siete años después de publicar el libro de relatos cortos Velocidad personal (2001), Miller se estrenaba en la novela con Las vidas privadas de Pippa Lee. La Pippa del título ha enterrado en su plácida vida burguesa un pasado doloroso y salvaje, pero esa identidad pugna por aflorar desde el subconsciente. La esposa impecable se transforma por las noches en una sonámbula que asalta la cocina para volcarse en excesos bulímicos o encadenar cigarrillos, aunque en el mundo consciente dejara de fumar largo tiempo atrás. La pluma de Miller articula la narración superponiendo las múltiples vidas de la protagonista, al modo de las muñecas rusas, en un relato que cobra especial veracidad cuando es escrito en primera persona.
La autora dice que no se ha inspirado en ningún personaje real en concreto (ni ella ni su madre, dice, vieron condicionado su trabajo por el matrimonio y la maternidad) y que concibió el libro como "un estudio sobre la identidad, del que no te cansarías nunca, porque todo el mundo tiene sus secretos". Secretos como el que marca su propia biografía. Rebecca Miller fue criada como hija única, a pesar de la existencia de un hermano que la familia mantuvo semioculto. Ese capítulo era desvelado al detalle por la revista Vanity Fair hace tres años: en noviembre de 1966, Inge Morath daba luz a un niño, Daniel, afectado con el síndrome de Down. El bebé tenía sólo una semana cuando fue entregado a un centro de Nueva York. Morath visitaba a su hijo casi cada domingo, pero Arthur Miller rechazó todo contacto hasta casi ser ya octogenario. El hombre que exploró en sus obras la culpa y la moralidad en el seno de la familia sólo pudo aceptar a su hijo en los últimos diez años de su vida. Rebecca Miller siempre se ha negado a abordar la cuestión: "La única persona que podría contestar a las preguntas es mi padre, y está muerto".
A lo largo de la entrevista, se muestra muy reacia a trazar el retrato íntimo del gran hombre. Su propia vocación artística, subraya, bebió a partes iguales de la producción escrita de Arthur Miller y del universo visual de su madre. El maridaje de ambas influencias acabó orientando su carrera hacia la literatura y el cine, después de "un largo proceso exploratorio" que arrancaba en las artes plásticas. "Empecé a pintar muy joven, a los 16 años, pero pronto tuve claro que lo que me interesaba era la dirección cinematográfica". Su red de contactos familiares en Nueva York condujeron a la entonces veinteañera "alta, dotada de facciones renacentistas y unos intensos ojos azules" hasta un famoso agente de actores. "Deberías estar en las películas", le espetó el personaje antes de conseguirle su primer papel en una serie de televisión. Su nueva faceta le permitió trabajar en 1988 con el director teatral Peter Brook ("le gustaban los actores no profesionales"), para quien encarnó a la Anya de Chéjov en El jardín de los cerezos. Seguía pintando y escribiendo, mientras acariciaba la ambición de filmarlas ella misma. Miller pasa de puntillas por su experiencia en la gran pantalla, aunque fuera junto a estrellas como Harrison Ford en A propósito de Henry y Kevin Spacey en Dobles parejas. Una experiencia que sólo consideraba aprendizaje y puente para dar el salto a la dirección de sus propios guiones. Su estreno como cineasta llegaba con Angela (1995), a cuya discreta acogida siguió el premio del jurado de Velocidad personal: tres historias en Sundance (2002). Eligió como protagonista de La balada de Jack y Rose (2005) al actor británico Daniel Day-Lewis, a la sazón su marido. Ambos comparten vida y dos hijos, a caballo entre la campiña de Irlanda y Nueva York, desde que se conocieran hace trece años durante el rodaje de El crisol, cinta inspirada en la obra de Arthur Miller Las brujas de Salem. Fue él quien les presentó.
La obra literaria y cinematográfica de Rebecca Miller vuelven a fundirse en Las vidas privadas de Pippa Lee, cuya traslación al celuloide presentaba en el reciente festival de cine de Berlín. ?Cuando acabé el primer borrador del libro, me quedé con la sensación de que no todo estaba dicho y sentí la curiosidad de explorar el personaje en una dimensión diferente?, señala sobre un filme que cuenta en el reparto con Robin Wright Penn y Keanu Reeves. Encerrada en su retiro irlandés del condado de Wicklow, trabaja en su segunda novela mientras se prepara para los viajes de promoción de la cinta. Está acostumbrada a desfilar por la alfombra roja colgada del brazo de su marido, ese circo del estrellato al que siempre se ha declarado alérgica. Por mucho que busque el reconocimiento, desmarcada de la sombra de su padre, la hija de Arthur Miller asegura que el brillo de los focos sigue sin ser para ella.
"El corazón es un cazador solitario" Carson McCullers
Sinopsis de El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers
Escrita con tan sólo veintitrés años, El corazón es un cazador solitano (The Heart is a Lonely Hunter, 1940) fue la primera novela de Carson McCullers y dio a conocer la magnitud de su talento. Centrada en el ambiente de una pequeña ciudad sureña y en un grupo de personas que —en torno a la figura emblemática del sordomundo John Singer, el personaje más conseguido de esta genial autora— tienen en común la esencial soledad, su marginalidad y el rechazo de una sociedad que les ignora, El corazón es un cazador solitario es ya un clásico de la narrativa contemporánea. Leyendo El corazón es un cazador solitario el lector no puede evitar implicarse con cada uno de sus personajes y vibra ante la experiencia de seguir a Carson McCullers en su viaje por las profundidades del alma humana. Esta pieza maestra justifica sobradamente las palabras que Graham Greene escribió acerca de su autora: «Carson McCullers y quizá William Faulkner son, tras la muerte de D. H. Lawrence, los únicos escritores con una sensibilidad poética original. Prefiero Carson McCullers a William Faulkner porque escribe de modo más claro; la prefiero a D. H. Lawrence porque no tiene mensaje.»
MALDITOS, HETERODOXOS Y ALUCINADOS
La crítica suele situar a Lila Carson Smith, más conocida por su nombre de pluma, Carson McCullers, a mitad de camino entre William Faulkner y Truman Capote. Como aquél, McCullers nos propone la decadencia del Sur estadounidense mediante el retrato de sus miserables protagonistas; como éste, no puede dejar de sentir cierta ternura por sus personajes. Su obra, reducida a cuatro novelas y un par de colecciones de relatos, nos muestra un mundo desolador poblado por sordomudos, mirones, niñas que buscan refugio en su fantasía, homosexuales y viragos.
lunes, 5 de octubre de 2009
NIAGARA, Joyce Carol Oates
REENCUENTRO, de Fred Uhlman
Una de ellas es Reencuentro, de Fred Uhlman. Os adjunto la reseña que aparece en Escuela de escritores.
jueves, 25 de junio de 2009
La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey de Mary Ann Schaffer:
Enero de 1946: Londres emerge de las sombras de la segunda guerra mundial. La escritora Juliet Ashton encuentra la carta de un desconocido, un nativo de la isla de Guernsey, a cuyas manos ha llegado un libro de Charles Lamb que perteneció a Juliet. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en el mundo de este hombre y sus amigos, que resulta ser un mundo maravillosamente excéntrico. Esta novela ostenta una galería de personajes profundamente peculiares, todos amantes de la literatura, que intentan sobrellevar la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas, alrededor de un pastel de patata.
miércoles, 13 de mayo de 2009
De la autora de Mal de piedras, que algunas leímos este verano:
En la luminosa Cerdeña de Milena Agus, «Madame» (llamada así por su
amor a Francia...) tiene un terreno a orillas del mar codiciado por los
especuladores. Pero Madame, aunque sea pobre, no quiere vender, y con su actitud
impide que las familias vecinas puedan hacer negocio. A pesar de esto, nadie
puede dejar de quererla debido a su generosidad y su ingenua resistencia. Esta
historia, narrada por una vecina adolescente, es irónica y truculenta,
fantástica y verdadera. Es también la historia de la extraordinaria sensibilidad
del niño Pietrino, de la pasión por el jazz de un tenaz joven, de un padre cuya
presencia es un rumor de alas... Y también es la historia de unos amores que
avanzan a duras penas y de los sacrificios propiciatorios para mantenerlos en
pie. Madame cree en la magia y la reparte con el objetivo de hacer más feliz a
la gente, porque «sin magia... la vida no es más que un espanto», repite sin
cesar.
NADINE GORDIMER: La hija de Burger
De la sudafricana Nadine Gordimer, premio Nobel de Literatura en 1991, de la que aquí tenéis una entrevista realizada en 2007: “El materialismo lo ha impregnado todo”.
Rosa era una niña cuando su padre, Lionel Burger, fue condenado a cadena perpetua por promover la revolución en Sudáfrica. No era la primera vez que lo encerraban, pero sí sería la última. Al morir su padre en la cárcel, empezará para Rosa un camino que le llevará a replantearse lo que realmente significa ser la hija de Burger. Los orígenes del partido comunista de Sudáfrica, las reuniones de blancos y negros en torno a la piscina familiar los domingos, la lucha antiapartheid... Todo lo que ella ha vivido, o conocido a través de su padre, se irá matizando gracias a su contacto con esporádicos amantes, amigos de la familia y paisajes de la memoria, hasta adquirir una nueva luz.
Lo estoy leyendo ahora. Literatura comprometida. Aquí tenéis la reseña de ABC.
RICHARD YATES: Las hermanas Grimes
Después de leer la magnífica Vía Revolucionaria, me apetece leer el otro libro publicado en castellano de Yates:
“Ninguna de las hermanas Grimes estaba destinada a ser feliz, y al
echar una mirada retrospectiva siempre da la impresión de que los problemas
comenzaron con el divorcio de sus padres". Así comienza esta magnífica novela,
que inspiró a Woody Allen para su película Hannah y sus hermanas, y que
próximamente será llevada al cine por Ellen Barkin con Naomi Watts como
protagonista. Sarah Grimes se casó por amor y se niega a divorciarse a
pesar de la desilusión que la invade. Emily, más independiente y liberada, salta
de un amante a otro, y así llega a encontrarse con 50 años, sola y sin amigos.
Ambientada en el Nueva York de la década del 30 a la del 70, al que llegan los
ecos de la Segunda Guerra Mundial y el psicoanálisis, Las hermanas Grimes narra
el viaje de la inocencia a la experiencia
RICHARD RUSSO: Puente de los suspiros
Leí la reseña y me pareció interesante
Lou C. Lynch, «Lucy» lleva toda su vida preguntándose por qué
Noona, su mejor amigo, se escapó a Venecia para no volver jamás. Ahora, a sus
sesenta años, con una vida tranquila y a punto de jubilarse, está decidido a
saber que pasó y emprende un largo viaje que le llevará a encontrar respuestas y
a descubrir la fragilidad de sus propias convicciones y, tal vez, de su propia
vida. El prestigioso Richard Russo, ganador del Premio Pulitzer, construye el
retrato de una comunidad donde se entremezclan fidelidad y ambición, compromiso
y traición.
Un lector comenta: “Libro que en principio parecía pesado y nada
prometedor, poco a poco va enganchando y te hace ver que la vida siempre tiene
sus partes buenas, malas, emocionantes, tristes y que todos tenemos nuestros
secretos, tanto las personas que nunca han salido de su ciudad de origen como
para las que recorren mundo continuamente . Este libro te demuestra que tu vida
puede estar llena de experiencias aunque no salgas en la vida de tu lugar de
origen.”
Me gustó mucho El baile.
Elogiada y admirada por su destreza para crear personajes
verosímiles, de rasgos profundamente humanos, Irène Némirovsky da prueba una vez
más de una incisiva caracterización psicológica en esta novela sobre el
desarraigo y la azarosa búsqueda de reconocimiento social.
Dario Asfar, un
joven médico originario de Crimea, llega a Niza acompañado de su mujer y de su
hijo recién nacido. Atormentado por las deudas, Dario lucha desesperadamente por
conseguir una clientela, pero su origen levantino sólo inspira desconfianza y
rechazo. La precaria situación de su familia lo empuja entonces a emprender el
único camino que se le ofrece para escapar de la miseria: aprovechándose del
creciente auge del psicoanálisis, Dario se transforma en terapeuta, una suerte
de charlatán dispuesto a ofrecer a los ricos burgueses el sosiego del alma y la
felicidad que tanto anhelan. Sin embargo, el éxito y la fortuna tan ansiados
tendrán para él consecuencias insospechadas.
El trazo ligero de Némirovsky
describe con implacable lucidez la figura del advenedizo en el París de la belle
époque, donde poderosos señores y elegantes mujeres de mundo conviven con una
corte de vividores, menesterosos y canallas que pululan por la ciudad,
conformando un mundo de mil caras fascinantes.
lunes, 11 de mayo de 2009
Yates: "Revolutionary Road"
domingo, 10 de mayo de 2009
El Lector
http://www.elmundo.es/elmundo/hemeroteca/blogs/escorpion/2009/09.html
sábado, 9 de mayo de 2009
Trilogía Millenium
jueves, 7 de mayo de 2009
Artículo de Ñ revista de cultura. Philip Roth: Retrato del escritor indignado. http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/04/04/_-01889956.htm
Por: Robert McCrum
TONI MORRISON: UNA BENDICION
RESEÑA
No temas. Mi relato no puede hacerte daño a pesar de lo que he hecho y te prometo que yaceré tranquilamente en la oscuridad, tal vez llorando o en ocasiones viendo una vez más la sangre, pero nunca volveré a estirar mis extremidades para levantarme y enseñar los dientes. Te lo explico.
Si quieres, puedes considerar lo que te cuento como una confesión, pero llena de curiosidades habituales solo en los sueños y en esos momentos en los que el vapor de una tetera adopta la forma del perfil de un perro. O cuando un muñeco de farfolla sentado en un estante aparece de pronto despachurrado en un rincón de la sala y el malévolo motivo por el que está ahí resulta evidente. Cosas más extrañas suceden continuamente en todas partes. Lo sabes. Sé que lo sabes. Un interrogante: ¿quién es
responsable?
Otro: ¿sabes interpretar? Si una pava real se niega a empollar, me apresuro a interpretarlo y, con toda seguridad, esa noche veo a minha mãe en pie y con su hijito de la mano, mis zapatos metidos en el bolsillo del delantal. Otros signos requieren más tiempo para comprenderlos. A menudo hay demasiados signos, o un brillante augurio se nubla con demasiada rapidez.
Los clasifico todos e intento recordar, pero sé que es mucho lo que pierdo, como no interpretar a la culebra que repta hasta el umbral de la puerta para morir. Deja que comience por lo que sé con seguridad.
En el comienzo están los zapatos. De niña no soporto ir descalza y siempre pido por favor unos zapatos, no importa de quién sean, incluso en los días más calurosos. Mi madre, a minha mãe, frunce el ceño, le enoja lo que considera mi tendencia a emperifollarme. Solo las malas mujeres usan zapatos de tacón alto. Me dice que soy peligrosa y alocada, pero cede y permite que me calce los zapatos desechados en la casa de la senhora, puntiagudos, con un tacón roto y el otro desgastado y una hebilla
en el empeine. El resultado, según Lina, es que mis pies son inútiles, siempre serán demasiado delicados para la vida y jamás tendrán las fuertes plantas, más duras que el cuero, que la vida requiere. Lina tiene razón. Florens, me dice, estamos en 1690. ¿Quién más en estos tiempos tiene las manos de esclava y los pies de dama portuguesa? Así pues, cuando parto en tu busca, ella y la señora me dan las botas del señor, apropiadas para un hombre pero no para una chica. Las rellenan con heno y cascabillo grasiento y me dicen que esconda la carta dentro de la media, aunque me pique el lacre. Sé leer, pero no leo lo que la señora escribe y lo que Lina y Dolor no pueden leer. Sin embargo, sé lo que he de decir a cualquiera que me detenga.
miércoles, 6 de mayo de 2009
J.C. Ballard: Crash
RESEÑA DE LA FNAC
Philip Roth: Indignación
martes, 5 de mayo de 2009
Mary McCarthy, El grupo
I suppose one of the greatest strengths for me in this novel was the way that McCarthy depicted her young women just at the point where they felt their lives were really beginning. The novel is infused from start to finish with the authentic taste of women taking that first, huge, bite out of life…. and then discovering they have bitten off more than they can chew. There’s a certain vividness to the situations they find themselves in, a real avidity that enlivens their desires and their torments, that speaks of the energy of youth, unleashed on an unsuspecting world, impatient to make things happen, and stricken with a stubborn confusion when it all goes wrong. There’s a fascinating subtext running all the way through, questioning the usefulness of educating women when the life ahead is still devoted to domesticity. Although Vassar is what joins them, it is only ever evoked as a distant citadel, a place of illusory comfort, compared to the school of hard knocks they now find themselves in. In an age where women were still supposed to be submissive to their husbands, and where in fact, as some of the more shocking scenes in the novel show, men had the power to destroy a woman’s life, where a man could still commit his wife to a mental institution after a domestic argument, then it must have seemed an oddly ineffectual privilege to give them.
I was also deeply intrigued by the representation of parents in this novel, a representation which was fundamentally kind and loving, but which portrayed with great subtlety an altogether different generation. One that had made its peace with the world, having suffered its own crises of war, economic disaster and the quotidian disappointments of life, but that had emerged from the violent learning curve of early adulthood and was now prepared to support their own young along a depressingly similar journey. What I loved so much about this novel was purely and simply the quality of the writing. I know I’ve spoken before about a certain ‘American’ tendency towards character portraits at the expense of plot. This novel is entirely in the same model, and yet the witty brilliance of McCarthy’s writing, and the spotlit clarity of her characterisation, and the warmth and energy that power the narrative kept me enthralled. Who could fail to be charmed by Helena’s party piece speech on her mother’s eccentric trait of being ‘morally offended by impure English.’
‘ “Like what?” encouraged Kay. “Dangling modifiers. Improper propositions. ‘Aggravating’ to mean ‘annoying,’ ‘demean’ to mean ‘lower,’ ‘sinister.’” “’Sinister’?” echoed the publisher’s reader. “Mother says it only means left-handed or done with the left hand. If you tell her a person is sinister, all she will infer, she says, is that he’s left-handed. A deed, she allows, may be sinister, if it’s done sidewise or ‘under the robe’ or ‘on the wrong side of the blanket.’” “I never heard that!” cried Pokey, as if indignant. The group around Helena had grown larger and was forming into a circle. “’Infer,’ ‘imply,’” prompted Libby, eager to be heard. “Ummhum,” said Helena. “But that’s too commonplace to be under Mother’s special protection.”’
Or there’s the father of Polly Andrews who lost all his money in the Depression and followed it up with a nervous breakdown. He comes to live with his daughter for a while, and enjoys being caught up in the swirl of international politics, engaging himself with joyful abandon to the Trotskyite cause. Polly, we are told, ‘did not approve of revolutions, unless they were absolutely necessary, and she thought it peculiar, to say the least, that her father and his friends were eager to make revolutions in democratic countries like France and the United states instead of concentrating on Hitler and Mussolini, who ought to be overthrown. Of course, as her father said, it was pretty hopeless to make a revolution against Hitler for the time being, since the workers’ parties had all been suppressed; still, it seemed rather unfair to penalize Roosevelt and Blum for not being Hitler. Fair play, replied her father, was a bourgeois concept and did not apply against the class enemy. Polly would have been horrified to hear her parent talk this way if she had thought he believed what he was saying.’
I just love the supply grace of McCarthy’s prose, and her effortlessly entertaining mix of social satire, painfully sharp insight and youthful naivety. She amply provides the kind of narrative I cannot resist, one that presents a whole and complete world, rich in detail, provocative in its blindness and its intuitions, intelligent and disarming and wonderfully funny. It makes me wish I could borrow McCarthy’s eyes in order to view the contemporary world with the same kind of detached, comprehending and compassionate perspective. There aren’t many authors whose entire oeuvre I’d like to read, but McCarthy’s name is near the top of that list, and The Group is justly lauded as one of the great novels of its time.
El lector
¿Comprender el crimen, significa empezar a perdonarlo? ¿Castigar lo que no entendemos completamente, nos convierte en verdugos? ¿El novelista que intenta entender, en lugar de denunciar, se hace cómplice del escándalo? Y qué hay del «hipócrita lector», como lo llamó Baudelaire, «mi semejante, mi hermano»... ¿Cómplice, también?
Esas son algunas de las preguntas que nos formula la espléndida novela El Lector, de Bernhard Schlink. Acaba de terminar la segunda guerra mundial. Michael Berg tiene 15 años y vive en una ciudad alemana cualquiera. Una tarde, volviendo del colegio, el muchacho se siente mal y vomita en la calle. Una mujer madura y atractiva lo auxilia. Se llama Hanna y tiene 36 años. Comienzan una relación erótica. Ella lo baña, lo seca, lo cabalga, lo inicia en las ficciones del deseo. Hanna trabaja como cobradora de tranvía. Es simple, vive en el puro presente y no le gusta hablar. Tal vez para callar al muchacho que hace demasiadas preguntas, le pide que lea. Michael parte con lo único que tiene, le lee sus textos de estudio: Schiller, Goethe. Luego, entusiasmada, ella le pide más. Michael inicia a su amante madura en el deseo de las ficciones. Se internan en Dickens, en Tolstoi. Durante casi un año «mantuvimos nuestro ritual de ducha, lectura, amor y reposo. Le leí Guerra y Paz...». El muchacho se enamora cada vez más. Roba un camisón de seda para ella, padece los incomprensibles silencios de la mujer. Y los llena leyéndole, leyéndole... Hacen un viaje de verano en bicicletas. Luego, de pronto, sin ningún aviso, Hanna lo deja, desaparece. Y Michael, terriblemente desilusionado, crece. Crece afectado de «aquella combinación de cinismo y sensibilidad» que, quizás, sea la marca ambivalente de la generación alemana de posguerra.
Siete años después, Michael es un fervoroso estudiante de derecho. Un joven inocente que culpa a toda la Alemania de sus padres por haberle heredado un pasado inexcusable. Fervoroso e inocente, asiste a un juicio contra criminales de guerra. Hay cinco mujeres acusadas por la muerte de varias prisioneras en el campo de concentración del que eran guardianas. Entre ellas, Michael reconoce a Hanna... Y reconoce el dilema que en adelante dividirá su vida. Entre el deseo de castigar la ignominia colectiva, añadida a la traición amorosa que le hizo ella; y por otro lado: el verdadero amor que, como el auténtico mal, es en el fondo irremediable.
Como novela política, El lector constituye una excepción dentro del género. Los narradores políticos -todavía a fines del milenio- suelen preferirse épicos y apostar al héroe. En cambio, el narrador artista lleva un siglo por lo menos arriesgando su buena conciencia y atreviéndose a tomar ese punto de vista prima facie inmoral: el del antihéroe. Arriesgándose también, el hipócrita lector (usted, lector) se ha acostumbrado ya a descubrirse, a re-conocerse, en «el malo». Hemos comprendido (es decir, hemos ampliado los límites de nuestra experiencia moral para abarcar...) al Raskólnikov de Crimen y Castigo, al Kurtz de Corazón de Tinieblas, o al Mersault de El extranjero. Leyendo esos libros todos le hemos tomado alguna vez el peso al hacha del verdugo.
Una zozobra ética de esta especie es, precisamente, el ejercicio que El Lector propone a sus lectores. Una agonía moral inusitada en la novela política contemporánea: «Quería comprender y al mismo tiempo condenar el crimen de Hanna. Pero su crimen era demasiado terrible. Cuando intentaba comprenderlo tenía la sensación de no estar condenándolo como se merecía. Cuando lo condenaba como se merecía, no quedaba espacio para la comprensión».
Leído en las sociedades latinoamericanas de fin de milenio y posguerra-sucia, este libro deja lecciones insoslayables. En una novela sobre erotismo y política, Schlink jamás incurre en las pornografías propias de esos dos temas. Jamás pormenoriza un acto sexual. Y nunca excusa a un partido. No sólo eso, Schlink escoge deliberadamente un punto de vista que nos implica: el del lector (en una novela llamada «El lector», todos venimos a ser protagonistas). Y desde allí nos conduce inexorablemente a comprender al verdugo. Mostrándonos en él al débil, al analfabeto, aquel para el cual el mundo es un enigma violento al que sólo puede responder con la violencia de un animal ciego.
Pero hace Bernhard Schlink algo más, algo por lo cual esta novela política y moral es de una especie extraordinaria. Nos lleva hábilmente a comprender cómo se puede amar a la guardiana, amar al «malo». Y que en tal caso no hay manera de escoger honestamente entre ese amor y nuestro deseo de justicia. Como ocurre con los grandes libros, no es sólo nuestra inteligencia e imaginación la que es puesta a prueba, es nuestra tolerancia, nuestra cultura (cultura como sinónimo de humanidad).
Llegamos a este libro premunidos de nuestras bárbaras certezas. Y lo dejamos, civilizados por la duda.
Además, Arendt habla de la "banalidad del mal":
La expresión que Arendt empleó para referirse a Eichmann, «la banalidad del mal», fue muy discutida y acabó siendo una expresión hecha: "Fue como si en aquellos últimos minutos Eichmann resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes."
Alrededor de la obra hubo violentas controversias. Sobre todo, la expresión «banalidad» en relación a un asesino en masa fue atacada desde diferentes frentes.
En su introducción a la edición alemana de 1964, Arendt aclara la expresión: «[...] en el informe sólo se expresa la posible banalidad de la maldad a nivel de lo ocurrido realmente, como un fenómeno que sería posible pasar por alto. Eichman no era [...] Macbeth [...] A excepción de una diligencia poco común por hacer todo aquello que pudiese ayudarle a prosperar, no tenía absolutamente ningún motivo.» Nunca habría asesinado a un superior. No era tonto, sino «simplemente irreflexivo». Esto le habría predestinado para convertirse en uno de los mayores criminales de su época. Esto es «banal», quizás incluso «cómico». No se le puede encontrar profundidades demoníacas, por mucha voluntad que se le ponga. Aun así, no es ordinario. «Que un tal alejamiento de la realidad e irreflexión en uno, puedan generar más desgracias que toda la maldad intrínseca del ser humano junta, eso era de hecho la lección que se podía aprender en Jerusalén. Pero era una lección, ni una aclaración del fenómeno ni una teoría sobre él.»
En una carta a Mary McCarthy, Arendt comenta: «[...] la expresión "banalidad del mal" como tal está en contraposición a la "maldad radical" que empleé en el libro sobre el totalitarismo.»
El tipo de crimen, según Arendt, no era fácilmente clasificable. Lo que ocurrió en Auschwitz no ha tenido ejemplos anteriores. La expresión proveniente del imperialismo inglés, «asesinato en masa administrativo», se le ajusta mejor que «genocidio».
lunes, 4 de mayo de 2009
Intenso fin de semana
RESEÑA
Los últimos días de vida de un lobo. Una refexión moral sobre los tiempos que corren.En un paisaje invernal inhóspito, un lobo está hambriento. Es un depredador feroz y, viendo la naturaleza a través de sus ojos, sabrás cómo se siente la nieve entre sus patas, la textura de la carne entre sus dientes y el sabor de la sangre en su boca. Pero la dureza del invierno empieza a ser un desafío a su supremacía y a su entendimiento de sí mismo. Y cuando el lobo se encuentre con un depredador tan hambriento como él —un competidor al cual debería matar— lo duda. En vez, se embarca en un viaje extraño que le demuestra que, antes de poder enfrentar su propia mortalidad, debe enfrentar su propia naturaleza. El lobo es una novela singular que embarca al lector en una travesía inolvidable por un paisaje desolador y lo obliga a ver el mundo a través de los ojos de un cazador, con todo su salvajismo, terror y magia.Una historia breve pero de gran intensidad, relacionada con la espiritualidad de la naturaleza. Una novela corta e intensa con un estilo propio, creíble, valiente y original.
Joseph Smith, pese a haber estudiado filosofía, se niega, con ceremoniosa seriedad, a asumir la trascendencia que parece tener su primera y breve novela. "Mi intención es entretener", dice el autor consternado ante la posibilidad de que su novela sea leída como una fábula sobre los hábitos predatorios de los tiempos que corren. La crítica británica ha saludado con salvas a este londinense de 29 años, cuyo libro fue una de las presas más codiciadas en la pasada feria de Fráncfort.En poco más de 100 páginas, Smith se pone bajo la piel del lobo en primera persona para hacerse las preguntas básicas de todo buen tratado humanístico: ¿qué soy? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy? "Es cierto que mi formación tiene que ver con el estudio de la percepción y el conocimiento y esto ha impregnado el libro, pero no he querido hacer un manual de filosofía. Primero imaginé la escena final con toda su dureza y lo que hice sencillamente fue rebobinar ese relato para explicar qué es lo que había llevado hasta ese momento a esa situación".
Aunque el punto de partida poco tenga que ver con la realidad --nada nos indica que los lobos piensen y menos filosofen-- sorprende cómo Smith es capaz de recrear con minuciosidad la vida cotidiana del animal. "Yo soy un urbanita, nací y vivo en Londres, y creo que mi primer contacto real con la naturaleza fue en la Universidad de Durham, al norte de Londres. Más allá de eso, lo que quería era mostrar las reacciones viscerales del lobo como una forma de conectar con los sentimientos más primarios".
COMENTARIO
Está bien escrito, es original, me gusta cómo recrea la vida cotidiana del animal. Pero no sé, no estaba yo en el "momento-lobo". Me resultan difíciles de valorar este tipo de fábulas; no es mi género favorito.
CATHERINE O´FLYNN: "LO QUE PERDIMOS"
RESEÑA
Novela con historia. Fue rechazada por 20 editoriales y agencias literarias. La autora no cejó en su empeño y finalmente fue publicada por una pequeña editorial, cosechando un gran éxito de crítica y público. Ganadora del Costa Award, el Galaxy British Book Award y el Jelf Group Award, y finalista del Booker Prize, el Orange Prize, el Guardian First Book Award, el Commonwealth Writers Prize y el South Bank Literature Award.
Muy en la linea de Carver: recomendable. Pero me gustan más Carver y el ¿sueco? que me dejaste, Marta. Los personajes y las situaciones en estos relatos me resultan mucho menos creibles.
JOYCE CAROL OATES: MAMÁ
RESEÑA
«El dominio de Oates del crimen, la violencia y de los elementos que permanecen enterrados durante mucho tiempo es innegable, pero Mamá es en realidad más perturbadora en su implacable y minucioso retrato de la clase media.» The New York Times«Oates es al tiempo erótica y analítica... Esta precisión casi alucinógena contribuye a una explicación por completo apasionante y evocadora del dolor seguida, finalmente, por un renovado abrazo a la vida.» Booklist
COMENTARIO
Muy bueno, aunque la estructura es la mismísima que la de "A media luz".
PHILIP ROTH: INDIGNACIÓN
RESEÑA
COMENTARIO
Todavía no la he acabado, pero me está pareciendo excelente. Genial cuando Roth te descubre la verdadera condición en que se encuentra su protagonista y desde donde nos narra sus vivencias. Ampliaré el comentario cuando al acabe.
CLASIFICACIÓN:
1ª: Indignación
2ª: Mamá
3ª: Lo que perdimos
4ª: Nadie es más de aquí que tú
5ª: El lobo